domingo, 11 de mayo de 2008

Tecólido descubre el plan de Mancha Negra y el Rey del Calor


En cuanto Lícodo y Márquida vieron a la criatura de roca, quisieron huir, ya que era un monstruo enorme. Pero Lícodo dijo:

—Si destruimos a esta criatura, evitaremos que se junte con las demás.

Márquida estuvo de acuerdo, por lo que decidieron intentarlo, pero le advirtió

—No tendrás mi ayuda, ya que no hay metal en este lugar.

—Entonces serás el señuelo —respondió Lícodo.

—De acuerdo —agregó Márquida—, pero no creas que eso me hace muy feliz.

Mientras ellos discutían, la criatura de roca se disponía a atacarlos. Márquida empezó a correr mientras Lícodo empezó a atacar a la criatura de roca, pero ésta era muy fuerte. Por lo que le dijo a Márquida:

—Tendrás que distraerlo por más tiempo

—¡Claro! Se nota que no eres tú el señuelo —, dijo Márquida y empezó a correr más rápido, hasta que se encontró frente a una montaña, por lo que estaba atrapada, así que le avisó a Lícodo.

—¡Lícodo! ¡Estoy en problemas!

Lícodo formó una escalera de hielo para que Márquida pudiera ascender por la montaña, pero la criatura de roca subía más rápido, por ser más grande. Al llegar a la cima, Márquida resbaló por la nieve. La criatura de roca estaba más estabilizada y lanzó trozos de roca hacia Márquida. Una de esas rocas la alcanzó en la cabeza, lo cual pudo ser visto por Lícodo.




* * *



Mientras tanto, Sensei me mantenía sujeto para evitar que volviera a la lucha contra Mancha Negra y el Rey del Calor.

—¡Suéltame Sensei! —Exclamé— Debo destruir a ese par de villanos.

—No puedo dejar que vuelvas a ese lugar —Exclamó Sensei firmemente—, morirías. Además, no sólo te haces daño a tí. Sin tí perderemos la organización del equipo.

—Te juro que esta vez no perderé —Respondí—, no volveré a desperdiciar la oportunidad de librar al mundo de esos malhechores.

Sensei titubeó. No sabía si soltarme o seguir sosteniéndome. Mientras él se decidía, yo me solté y regresé a la guarida. En cuanto me vieron el Rey del Calor y Mancha Negra dijeron:

—Eres valiente. Veo que no te bastó con estar a punto de morir. Creo que olvidamos decirte nuestro plan. Mantendremos a la EJNM ocupado con estos monstruos, mientras nosotros tomamos algunas de sus armas para invadir a la NASA y tomar una de sus naves espaciales. El Rey del Calor la utilizará para alcanzar el Sol y tomar su máximo poder, luego de destruirlo. Así, cuando alguien necesite fuego, tendrá que pagarnos por él.

—Nada mal —Respondí—, pero tampoco nada bien.

—Pero creo que nos estamos adelantando —dijo el Rey del Calor—, creo que aún no te hemos mostrado nuestras nuevas armas. Saluda a nuestro pequeño destructivador, que tiene el poder de, al chocar contra el objetivo, destruir a todos los de su especie.

A continuación, sacó un hámster de una jaula en la que había muchos de su especie. Al explotar la bombilla frente al roedor, se destruyeron todos los que había en la jaula y el Rey del Calor dijo:

—¿Sorprendido Tecólido? Pero si esto no es nada. Observa la última de nuestras creaciones. La llamamos la cámara de tortura. Su propósito es dejar casi muerto al que entra ahí, con balas, quemaduras y golpes. Cuando la víctima está a punto de morir, lo cura lo suficiente para asegurarse de que siga sufriendo.

—Gracias a uno de mis robots —agregó Mancha Negra—, podemos unir todas nuestras armas porque el propósito de mi robot era construir un ingenio que mantuviera a las primeras dos armas dentro de la camara de tortura, haciéndola todavía más siniestra.

Mientras tanto, Sensei buscaba a Tecólido, pero era en vano. Así que se transportó con sus poderes al Polo Norte, en donde estaban Lícodo y Márquida. Cuando vió que los ataques de Lícodo no servían de nada y que Márquida no podía usar sus poderes, comprendió que sería casi imposible destruir a la criatura de roca. Fue entonces a apoyar a Márquida, quien intentaba escapar del ataque de la criatura.

—Corriendo no conseguirás nada —dijo Sensei, quien no conocía el plan de Lícodo.

—Esto fue idea de Lícodo —respondió Márquida—. Yo corría mientras el atacaba.

—¿Y por qué Lícodo no ha intentado congelarlo? —preguntó Sensei—,

—Es que la criatura es tan grande —dijo Márquida —, que en el momento en que Lícodo empieza a congelarla, la criatura lo ataca a él.

Mientras ellos corrían, la criatura les pegó.


Continuará...

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